“Nos salvamos por un pelo”
Frente a muchas situaciones difíciles en la que logramos salir airosos, solemos decir “Nos salvamos por un pelo”. Esta expresión se la debemos a los marineros ingleses de comienzos del siglo XIX. Fue toda una tradición que los hombres de mar dejaran crecer su cabello, sin que por eso alguien se molestara, pero cierto día, un jefe naval incómodo porque sus subordinados no lucían sus cabezas con la higiene
que podría esperarse, ordenó que se raparan.Esta orden fue un verdadero escándalo. Los marineros se quejaron diciendo que atentaba contra sus vidas. ¿Por qué?, simplemente y aunque parezca mentira, la mayoría de los hombres de mar no sabían nadar, y para enrolarlos no se les exigía por entonces que supieran hacerlo. Por lo tanto, ellos decían que en caso de naufragio -algo bastante frecuente en días de piratería, de batallas navales, y de embarcaciones precarias- muchas veces eran rescatados al ser tomados por los pelos largos de sus cabezas.Tanto insistieron, que al final sus superiores dieron marcha atrás con la orden y ya en 1809 volvieron a lucir sus extensas cabelleras, desde entonces la frase, “Nos salvamos por un pelo” navegó por los siete mares, llegó a todas las costas y se sumergió en el vocabulario de casi todos los pueblos.