Prestigio
El prestigio de ciertos políticos parece estar más de acuerdo con el sentido etimológico de esta palabra que con el significado que le damos hoy.
En efecto, como vimos anteriormente, prestigio proviene del latín præstigium, que se refería a la ilusión causada a los espectadores por los trucos de un mago. Este sentido todavía está presente en dos acepciones que el Diccionario de la Academia registra como poco usadas: “fascinación que se atribuye a la magia o que es causada por medio de un sortilegio” y “engaño, ilusión o apariencia con que los prestidigitadores emboban y embaucan al pueblo”.
La palabra latina estaba formada por el prefijo præ- ‘delante’ y el verbo stringere ‘apretar con fuerza’, con la idea de apretar los ojos, como se hace con una venda, para dejar ciega a una persona. El término se usó con este sentido hasta el siglo XVIII, cuando en francés se le empezó a dar a prestige el significado de ‘renombre, ascendiente, influencia’, y la afrancesada corte española de aquella época trasladó este significado a nuestra lengua.