Abordaje: Mal Momento,
Pero sin Consecuencias Graves
Sin consecuencias personales, aunque con daños en el barco reservado para las regatas olímpicas, Camau Espínola y Santiago Lange fueron embestidos por el bote que piloteaba el entrenador del equipo italiano. Un especialista del astillero que construyó el Tornado de los argentinos viaja en este momento a Qingdao para realizar las reparaciones necesarias. Mientras tanto, los argentinos siguen entrenando con un barco muleto.
Buenos Aires y Qingdao (China), Miércoles 23 de julio 2008:
Afortunadamente sin ningún tipo de consecuencias personales, aunque sí algunas averías en el barco, ayer el Equipo Olímpico Argentino de Clase Tornado fue colisionado involuntariamente por el bote que piloteaba el entrenador del Equipo Italiano para los Juegos Olímpicos, Angelo Glisono.
El italiano, que navegaba a gran velocidad justo detrás de los argentinos, tuvo unos segundos de distracción justo en el momento en el que éstos realizaban una virada (trasluchada), maniobra que no pudo advertir a tiempo y así evitar el choque, que pese a su espectacularidad sólo produjo daños en el catamarán de Santiago Lange y Camau Espínola. Aunque el bote a motor de Glisono quedó virtualmente montado sobre los cascos del Tornado, no alcanzó a tocar a sus tripulantes, ni a impactar en el mástil ni la arboladura.
“La verdad es que por la velocidad que venía y por dónde pegó el golpe, tuvimos mucha suerte, porque si pegaba en otro lugar y nos golpeaba a nosotros habría sido mucho peor”, dijo Camau en comunicación directa desde Qingdao (China), donde entrenan hasta el comienzo de los Juegos Olímpicos (adjunto archivo MP3). “Por supuesto que fue un momento de angustia, porque es un barco que veníamos cuidándolo para los Juegos, estábamos seguros que lo íbamos a usar en las Olimpíadas…Y verlo golpeado fue un momento de angustia, porque no sabíamos cómo iba a quedar realmente”, agregó.
Sin embargo, el catamarán no fue dañado en su estructura, y ya se encuentra en viaje de Suecia a China un técnico especialista del astillero sueco Marström, constructor del barco, quien trabajará en la reparación. El objetivo es que el velero esté nuevamente en condiciones y a tiempo para seguir entrenando y correr las regatas olímpicas.
El optimismo impera en el Equipo Argentino, más allá del estrés producido por el mal momento, y pese a que el problema de las averías del barco es serio, ya que ésta es la misma embarcación con la que Lange y Espínola obtuvieron la Medalla de Bronce en Atenas 2004 y que desde entonces ha venido reservando para la gran cita de Beijing 2008.
Más allá de eso, el episodio “no nos perjudica en nada, más que el mal momento que vivimos y esa sensación de que ya teníamos todo el barco listo, y ahora hay que desarmarlo y arreglarlo… Pero por otro lado estamos tranquilos, con el objetivo hacia delante, seguimos navegando, entrenando, y si en algún momento pasa algo y el barco no responde, tenemos el otro para usar en los Juegos”, destacó Espínola.
El barco “muleto” será utilizado por los argentinos para seguir entrenando en los días que lleve la reparación del titular, aunque en este caso, preservándolo cuidadosamente de toda posible avería. Ayer, por ejemplo, amaneció muy ventoso en la bahía de Jiaozhou, frente a Qingdao, por lo que la dupla nacional se abstuvo de salir a navegar, previniendo posibles roturas.
“Bueno… fue un accidente, y para él también fue una situación difícil (refiriéndose al entrenador del equipo italiano que integran Francesco Marcolini y Edoardo Bianchi)… Se distrajo sólo un par de segundos, y nos chocó, y nada… después no sabía cómo pedirnos perdón. Pero lo que pasó, pasó, y no queremos seguir pensando demasiado en cómo fue. Lo que sí tenemos en claro es que tuvimos mucha suerte, que pudo haber sido peor y ahora tenemos que seguir adelante, nada más. El barco se va a reparar y si no queda bien, tenemos la segunda opción, que es el otro barco”.
Angelo Glisono, que se ha hecho cargo de los hechos e incluso del traslado del técnico desde Suecia, también salió ileso del encontronazo. “Son obstáculos que se van superando y que pueden pasar. Y por suerte fue ahora y no más cerca de los Juegos —concluyó Camau—. Hay tiempo para arreglarlo y pasó en un momento en el que estábamos entrenando. Además, hay muy pocos competidores porque muchos volvieron a sus casas, así que tampoco nos afecta tanto en el entrenamiento. Más que nada es (el inconveniente) que hay que desarmar el barco, (esperar al) especialista que llega en dos días, y tenemos que armar el otro barco… Es tiempo y energía que vamos a tener que perder, pero en realidad seguimos para adelante, y con nuestro objetivo bien puesto en lo que va a ser la competencia en los Juegos”.