Mail de Pablo Días Muñio
Lunes, 18 de abril
Qué noche tan larga...!; fría (-10,7ºC fuera y -5,9ºC dentro de la tienda) y larga porque anoche, ateridos de frío, nos fuimos muy pronto al saco; me quedé dormido pronto pero me desperté..., a las 00.25h.!; buf!, toda la noche por delante y ya no sabía cómo ponerme.
Tras un montón de horas durmiendo a ratitos, por fin ha salido el Sol y poco después me he levantado. Menuda nevada! Y yo no me he enterado en toda la noche.
A cambio, la mañana ha sido preciosa, soleada y cálida. Los picos vecinos el Knutsen, la punta del Lhotse y el Pumori resultan espectaculares. Lo que no vemos, aunque suene raro, es el propio Everest, oculto por el propio Knutsen.
Nuestra ubicación está en la base de la famosa cascada de hielo, que no es sino el glaciar, que aparece roto y desordenado, muy similar al que vimos tantos días en el Annapurna.
La tropa va mejorando pero hay uno que se nos ha cruzado: Asier, quizá el más duro de todos, está vencido en su saco, sin ganas de nada. Ha pasado mala noche, con fiebre y tos seca. La medicación no ha sido suficiente y esta mañana la he complementado alternando paracetamol e ibuprofeno cada 4h. La cosa es que no aparece infección por ningún lado (garganta y campos pulmonares limpios; orina con normalidad) y tan solo es la fiebre la que le tiene fuera de combate.
He advertido a Edurne de la posibilidad de que mañana nos bajemos los dos hasta Lobuche, en previsión de males mayores.
El resto de la mañana la hemos dedicado a "estibar" la gran cantidad de comida que hemos traído. Resulta que yo diseñé un menú para esta expedición (os podéis imaginar que no es tarea fácil) y se lo pasé a Asier, encargado de la compra. Pero ese día Edurne decidió que también iría ella, a echar una mano. Una vez la hicieron, me llamó Asier para decirme que se acababan de gastar tanto dinero como en la doble expedición del año pasado...!
No os podéis imaginar la cantidad de cosas que tenemos aquí. La "jefa" dice que no quería quedarse corta. La realidad es que ella luego les regala toda la comida sobrante a los sherpas, de modo que prefiere pasarse de largo, en su tarea habitual de favorecerlos.
Durante la comida del grupo Ángela nos ha dicho que también se irá mañana, junto con Josep y Toño, en el helicóptero de las 08.00h. El viaje promete porque recorrerán en la aeronave todo el trayecto que hicimos a pie. Además, han decidido que el vuelo sea hasta Kathmandu, lo que significa que en un par de horas cambiarán un "base" nevado por la caótica ciudad. Y por la noche, de nuevo el vuelo de vuelta a Madrid. Nos aseguran que brindarán, en camiseta, a nuestra salud.
Asier me llama a media tarde: está mucho mejor, ha dormido un montón y ha sudado otro. Tiene apetito pero he preferido esperar a la sopa de la cena. Le he recordado que todo esto empezó con un "colon irritable" y prefiero ir despacio. En cualquier caso, parece que podemos ser optimistas en cuanto a su evolución.
Contesto un par de preguntas:
1. Marisol, nos conectamos a Internet mediante un módem dirigido a un satélite Thuraya, de uso preferente en Europa, África y Asia, pero sin cobertura en América. La verdad es que funciona sorprendentemente bien pero con una capacidad limitada. Es por esto que no os envío videos y, si acaso, tan solo alguna foto.
2. Ana, el campo base del Annapurna y este son como el día y la noche. El primero era un sitio que ahora añoro, a 4200m. y con espacio para pasear. Este..., es un horror!; los 5300m. se notan mucho y la morrena en la que estamos instalados resulta incómoda y muy fría. Eso sí, el espectáculo en ambos es similar. Otro punto en común, que no aparecía en el Shisha Pangma, es el ruido de avalanchas; anoche, a la luz de la luna, pudimos presenciar una tremenda en la falda del vecino Pumori; Edurne me dijo que años atrás, en el mismo sitio, tuvieron que ir a buscar a unos cuantos montañeros afectados, con un resultado infausto.
3. Yo estoy bien, aún no he tenido que tomar ninguna pastilla (claro que los que me conocéis un poco sabéis que procuro no tomarlas) pese a que me duele un poco la cabeza y sigo arrastrando los mocos de Kathmandu. Me cuesta respirar, como a todos; de vez en cuando, he de realizar una inspiración forzada, como para ponerme al día. Como a todos, también. Mi tienda es una muy vieja y mala, y mal ubicada, pero, una vez reparadas las cremalleras, va bien. Además, seguramente mañana me cambie a una de las que queden libres con la marcha de nuestros tres compañeros. Muchas gracias por la preocupación, Paco; de esta también saldremos.