Fuente info Audi MedCup
22 Jul 2011
Un día en la trastienda del circuito
Para que un barco haga una buena regata hace falta que la tripulación trabaje no sólo en el mar, sino también en suelo firme. Lejos de los focos de las cámaras y los aficionados, los equipos de tierra ejecutan una labor dura, a horas con frecuencia intempestivas, que va de la organización de viajes y hoteles a reparación de velas, pasando por la limpieza del casco o preparación de los menús. Así transcurre una jornada en la trastienda del Circuito.
8:00 am.
El pantalán parece en calma, inactivo, pero es una falsa impresión: bajo el agua, enfundados en trajes de neopreno, los miembros de los equipos encargados de la limpieza del casco, la quilla, y el bulbo trabajan. Para ello usan paños, lijas muy finas y ventosas adherentes. “Cuánto más limpio está el barco, menos resistencia ofrece al agua y más rápidos somos”, explica el vigués Diego Torrado, uno de los dos responsables de mantenimiento del Audi Sailing Team powered by ALL4ONE. “ La diferencia quizás no se nota en 24 horas, pero sí en 48. Los TP52, a diferencia de los cruceros, no llevan patente, la pintura que evita que crezcan pequeños crustáceos y algas, porque es rugosa y pesada”, añade. “La elevada temperatura del Mediterráneo, donde además hay mucha luz, favorece este crecimiento. Si pasas la mano de un día a otro parece una barba de tres días”, ilustra Torrado. Para el frío Atlántico cuentan con trajes integrales de hasta 5 milímetros. “Lo peor son los puertos donde el agua no se renueva, que en algunos casos ha provocado otitis o gastroenteritis a los buzos. Pero son gajes del oficio”, acaba.
13:00 pm.
La flota cruza la línea de salida de la primera prueba del día. Lejos de allí, la galesa Sarah O’Kane, coordinadora de logística de Container y con experiencia en equipos de la talla de Mean Machine o Emirates Team New Zealand, se enfrenta a un centenar de emails acumulados. Tras levantarse a las cinco de la mañana para asegurarse de que el desayuno del equipo está listo, reunirse con los regatistas, pesarles, preparar los kits de comida para el barco, y confirmar que éste lleva la cantidad suficiente de agua dentro del límite permitido, O'Kane se sienta delante de su PC. Ahora toca pagar facturas, organizar los vuelos de regreso de todo el equipo, y realizar trámites de cara al próximo evento, y a ello se puede unir, en ocasiones, buscar maletas perdidas.“ Digamos que acabas siendo como su madre, tienes que vigilarlo todo”, cuenta O’Kane, que ha pasado 24 de sus 44 años dedicada a este trabajo. Preguntada por la parte más complicada del mismo, contesta que “la peor pesadilla para alguien como yo, son, probablemente, las intoxicaciones alimentarias. Tengo que seleccionar muy bien el producto, ya que algo así podría afectar seriamente a los objetivos del equipo en el evento o incluso en el año”. O'Kane señala también, orgullosa, que ha visto “ crecer a muchos regatistas de los que están hoy aquí”
16:30 pm.
Termina la jornada en el campo de regatas. Libby Tomlinson, jefa de prensa de Quantum Racing, atiende las numerosas peticiones de medios de comunicación de todo el mundo, interesados en realizar entrevistas, reportajes, y grabar imágenes. La política de la campaña norteamericana es clara: “Nunca un ‘no’ por respuesta”, explica la estadounidense, de 35 años. “Nuestra actitud es ser siempre abiertos y cercanos; como líderes del circuito hay más peticiones, claro, y eso significa que hay cuadrar muy bien la agenda para no negarle a nadie la oportunidad de salir a navegar con el equipo como Tripulante + o en nuestra lancha de apoyo. Se hace difícil, pero queremos contentar a todos”. La estrategia de comunicación de Quantum Racing se apoya también en las redes sociales. “ Intentamos tener frescura, ofrecer cosas diferentes, pero también información general como perfiles de nuestros tripulantes. Yo me ocupo en parte de esto, pero es Keith Brash, nuestro responsable de producción, quien hace casi todo este trabajo subiendo fantásticos videos y fotos, algo nuevo cada día”, relata Tomlison.
18:00 pm.
Mientras los regatistas reponen fuerzas en el Race Village tras una larga jornada que culmina recogiendo las velas, uno de ellos, colgado de un arnés de seguridad, es izado desde el pedestal del grinder cual spinnaker, hasta alcanzar la cabeza del mástil, a 20 metros de altura, el equivalente a seis pisos. Las velas pueden llegar a ejercer en esta parte del palo una tensión equivalente a 7 u 8 toneladas, y el encargado de su mantenimiento lo recorre diariamente de arriba a abajo realizando ajustes y limpiando la fibra de carbono del mástil, confiando en el buen juicio del compañero que hace las veces de ascensor. “Una vez arriba por un lado te sientes bien, porque la vista es espectacular, pero el problema es que la cosa puede ponerse bastante movida por las olas, y es fácil marearse”, explica Greg Gendell, proa estadounidense de Quantum Racing y encargado de este trabajo en el TP americano. “Es una actividad de riesgo, tener a alguien en el mástil siempre es peligroso, y no es un trabajo muy popular, pocos tripulantes están dispuestos a hacerlo”, añade.
Pedro Mas, proa del equipo español Bribón, lo considera una tarea muy asociada a su posición, “ pues somos quienes subimos durante la regata, así que lo hacemos también en tierra”. El español, en cambio, no le ve el riesgo, “especialmente en puerto, donde es menos peligroso que compitiendo, porque entonces subes con verdadera urgencia”, cuenta. “Los cabos aguantan mucho, hasta 4.000 kilos, y yo peso 80”, añade. “ Si es cierto que en el mar todo el mundo está pendiente de lo que se hace a cada momento, pero en tierra, cuando estás mucho tiempo arriba reparando o sustituyendo alguna pieza y abajo están liados, puedes quedarte medio abandonado y que llegue alguien y suelte tu cabo”, apunta. “ Para que esto no suceda, el que te sube, que suele ser el piano, le hace tres nudos a la driza y avisa a la tripulación”. La limieza del mástil, en ocasiones, también puede ser peligrosa para los de abajo: “ ha habido algún caso en el que se ha caído un destornillador y le ha dado a alguien. Conozco historias de herramientas que han causado estragos”.
3:00 am.
En medio de la noche, y de los containers, los encargados de las velas y del mantenimiento de la estructura del casco trabajan para reparar las roturas del día a contrareloj, como sucedió en el Trofeo de Marsella. Allí un error de cálculo en una maniobra babor-estribor dejó al británico Gladiator sin botalón y al RÁN con un aparatoso agujero en el espejo de popa. Si reparar el botalón del barco inglés fue una operación sencilla, reconstruir el área afectada en la campaña sueca no lo fue tanto. Cuando la tripulación de RÁN llegó al pantalán, dispuestos a embarcar para dirigirse a la línea de salida, Nipper, uno de los constructores, todavía estaba lijando la nueva fibra. En el Circuito Audi MedCup, como en tantas otras competiciones de vela, la acción en tierra no le va a la zaga a la que tiene lugar en el área de regatas.