Juanpa Cadario: Milagro en Chile, y el capricho de los números

Milagro en Chile, y el capricho de los números


Foto copyright AP, AFP, DPA y Reuters

El capricho de los números, el destino y lo milagroso, todo mezclado en esta historia tremenda de los mineros en Copiapó, Chile. Fueron 33 los que quedaron atrapados y sacados a la superficie un 13/10/10 que sumado da 33. También ayer un 13 de octubre pero 38 años atrás se producía la tragedia de los Andes,¿pura coincidencia?. Yo no creo mucho en estas cosas pero también jugue con mi fecha de nacimiento e increiblemente suma 33. Me costó dormir, se los aseguro.

JPC

Fuente info La Nación

Otra conmovedora coincidencia con la tragedia de los Andes
Por Pedro Algorta, sobreviviente

Especial para lanacion.com
Miércoles 13 de octubre de 2010 02:48 (actualizado a las 02:47) Comentá (1)Compartir

Hace 38 años, un 13 de octubre, nos estrellamos en un avión cruzando la cordillera de los Andes. Este 13 octubre, nos encuentra ante el rescate de los 33 mineros.

Nosotros estuvimos más de 70 días sobreviviendo a cielo abierto, perdidos a más de 3600 metros de altura, rodeados de rocas, hielo y nieve, rodeados de nuestros amigos muertos en el accidente y como único refugio los restos del avión siniestrado. Cuando salimos, cerca de Navidad, habíamos cambiado, habíamos vivido una experiencia límite. Nuestras familias que nos buscaban, también habían cambiado. Todos tuvimos que ajustarnos.

Los mineros han pasado también casi 70 días, perdidos en el fondo de la montaña, sin poder ver la luz del día. Seguramente lo peor fueron los primeros 18 días en que no sabían si los encontrarían o no, en los que seguramente se sintieron que estaban solos y como nosotros debieron racionar sus alimentos sin saber si alcanzarían hasta que los ubicaran. Después, una vez establecido el contacto, con el cordón umbilical con el mundo exterior, la espera activa y militante, ocupándose de estar lo mejor posible, haciendo todo lo que debían hacer para mantenerse lúcidos, en control de la situación y preparándose para el rescate.

Recuerdos. El aniversario de nuestro accidente nos obliga a mirar para atrás y recordar el espanto de la tragedia y a nuestros amigos que no volvieron. Pero también nos obliga a recordar que han pasado ya 38 años y que los 16 que sobrevivimos la montaña seguimos hoy vivos y sanos y hemos hecho vidas normales, con éxitos y fracasos, con buenos y malos momentos. Porque hemos podido vivir mucho más después de la montaña. Mirando para atrás, nuestro accidente en Los Andes y nuestra experiencia de supervivencia, si bien todavía está en nuestra memoria, ya son imágenes borrosas y relegadas por todas las experiencias que en estos 38 años hemos vivido. Las familias que hemos construido, nuestras esposas a quienes algunos todavía no conocíamos, los hijos que no teníamos, nuestros trabajos posteriores y todo lo que hemos hecho, todo lo que hemos amado y nos han amado, hace que el accidente en Los Andes, visto 38 años después, pase a ser solamente algo más que un incidente en nuestras vidas.

Estoy seguro que cuando salimos de la montaña, nuestros padres, junto con la enorme emoción de recuperarnos con vida, tenían la gran angustia por lo que nos pasaría después en nuestra vida, cómo serían los fantasmas que nos perseguirían por la experiencia límite que nos había tocado vivir. Estos pronósticos no se cumplieron y gracias a ellos y a toda la gente que en distintas etapas nos ha dado el cariño y la comprensión, no hemos tenido las pesadillas que algunos preveían.

Espero que dentro de muchos años, los mineros que hoy están saliendo de su agujero, puedan recordar estos momentos con mucha paz y haberlo casi olvidado. Y que puedan recordar sin estremecerse los momentos de angustia en la mina y también los momentos intensos que vivirán próximamente. Los momentos del reecuentro con sus seres queridos, la necesaria difícil adaptación a vivir nuevamente en familia, la adaptación a ser de golpe personas requeridas por los medios de comunicación y los estudiosos del mundo. Seguramente se harán películas y se escribirán libros, la gente conocerá el nombre de algunos de ellos, los veremos por televisión contando su experiencia, lo que sintieron, lo que hicieron, lo que vivieron.

Pero por suerte, todo eso pasará y tarde o temprano volverán a su rutina, deberán enhebrar nuevamente el hilo y la aguja de la vida normal, en silencio y en soledad, y tendrán la opción de hacer muchas otras cosas, de vivir el resto de sus vidas con mucha intensidad y volver a sus vidas privadas, para que dentro de muchos años, también puedan sentir que el recuerdo de su supervivencia en la mina, también se vuelve borroso y relegado por recuerdos mucho más intensos de todo lo que les faltaba por vivir.