Punta del Este a Buenos Aires en windsurf
Fuente info La Nación
De Punta del Este a Buenos Aires sobre dos tablas de windsurf
Sebastián Letemendía y Alejandro Gianakis recorrieron 360 kilómetros en once días
Soledad Vallejos
LA NACION
"¿Y cuánto tardaron ?" Esa es la primera pregunta que, casi sin excepción, reciben de la gente Sebastián Letemendía (45) y Alejandro Gianakis (44) cuando relatan su travesía náutica. Sin embargo, para ellos ése es un detalle que poco importa.
Dentro del fenomenal periplo que significó unir Punta del Este con Buenos Aires sobre una tabla de windsurf, el tiempo no era un objetivo por cumplir. "Tardamos once días en recorrer 360 kilómetros; tal vez si lo hacíamos caminando era más rápido", bromea Letemendía. "Lo cierto es que cada hora que pudimos navegar lo hicimos. Pero los contratiempos, la experiencia de navegar sin ningún tipo de apoyo logístico y el factor humano trascendieron al windsurf, que resultó un acontecimiento secundario", reflexiona Gianakis, a dos semanas de haber concluido el viaje.
La idea, según cuentan estos dos profesionales, padres de familia y amantes del deporte aventura, surgió hace algunos años y, originalmente, el objetivo era unir Buenos Aires con Punta del Este. Por eso, en noviembre del año pasado, y después de un año de entrenamiento, partieron desde San Isidro con destino a Colonia.
"Salimos una mañana y llegamos alrededor de las 4 de la tarde. Hicimos 35 millas, aproximadamente unos 70 kilómetros, de un solo tirón", recuerda Letemendía. "Aunque a mitad de camino, como no había viento, también dormimos una siesta arriba de las tablas, hasta que de repente nos despertó el murmullo del Buquebús, que pasó bastante cerca de la tabla de Sebastián", agrega Gianakis.
Cuando decidieron seguir camino, las condiciones meteorológicas se lo impidieron. "Luego de intentarlo varios días, investigamos y nos informamos que, estadísticamente, en esta época del año el viento dominante sopla del Este, precisamente hacia donde nosotros queríamos ir, con lo cual nos iba a resultar imposible", explica Letemendía.
Con mucho pesar, pero sin resignación, armaron las valijas y emprendieron el regreso a Buenos Aires, con la promesa de retomar la travesía (esta vez en sentido contrario) el año siguiente. Y así lo hicieron, cuando el pasado 4 de noviembre partieron desde Punta del Este con destino a Buenos Aires. "El primer día, increíblemente, el viento soplaba muy fuerte y de trompa. El segundo día, el viento era muy suave, así que tampoco avanzamos nada. Y, finalmente, el tercer día el viento empezó a soplar y llegamos a Carrasco", señala Gianakis.
A partir de allí, las condiciones climáticas no fueron demasiado alentadoras. Sin embargo, y a pesar de ir muy lentamente, aseguran que "allí comenzó lo mejor del viaje, la parte humana, los imprevistos, la aventura tanto arriba como abajo de la tabla", reflexiona Gianakis.
"Hicimos unas cuantas paradas en los lugares más imprevistos. Donde podíamos entrar con la tabla, lo hacíamos, y allí quedábamos librados a nuestra suerte", cuenta Letemendía.
Pajas Blancas, el paraje La Colorada, playa Pascual, San Gregorio y el arroyo Cufré fueron algunos de los puntos que, obligadamente y sin otra alternativa, visitaron ambos navegantes. "De cada uno tenemos una historia especial. Tuvimos la suerte de cruzarnos con gente muy solidaria, que nos cedió desde un lugar para dormir hasta compartir la cena en familia. Tenemos anécdotas increíbles y recuerdos que superan a los vividos arriba de la tabla", concuerdan.
Sin embargo, navegando por tramos a una velocidad de 20 nudos (aproximadamente lo que alcanza una lancha), las peripecias en el agua también estuvieron a la orden del día. "Por las líneas de pesca caíamos un par de veces, pero por suerte no pasó nada grave", dice Gianakis.
"Ahora, es hora de recargar los créditos con nuestras familias y volver al trabajo de oficina", confiesan ambos. Aseguran que habrá un próximo destino, pero aún no está definido...
Sin una pierna cruzaba el río
Las fuertes corrientes del Río de la Plata demoraban su hazaña y, al cierre de esta edición, Gustavo Villarreal, de 49 años, un nadador que sin parte de su pierna izquierda intentaba alcanzar el récord de ser la primera persona con capacidades diferentes en cruzar el Río de la Plata a nado, se encontraba varado en la estación de la Prefectura en Guazú Guazucito, en la zona del Delta argentino.